viernes, 20 de agosto de 2010

OTRO SALTO AL VACÍO


Dar el paso de salir del seminario es, quizá, más difícil que dar el paso de entrar. Más de una persona empapada en el tema ha coincidido ampliamente con eso. Es más difícil, sobre todo, si se trata de una salida ordenada, oportuna. Si uno no está escapando o corriendo para atrás como soldado que huye con la estúpida ilusión de servir para otra guerra, salir del seminario es un paso duro y en el que hay que hacer de tripas corazón y tirar para adelante: como pasa con todos los pasos de peso en la vida.

Salir del seminario ha sido, para mí, volver a saltar al vacío cuando apenas recobraba el aliento luego de aquel primer salto. Pero fue también poder abrazar más fuerte la confianza y redescubrir que sé en quien tengo puesta esa, mi confianza. Saber que sé de verdad atrás de quien corro. Fue dar otro paso dentro de la fe, dentro de la Iglesia, hacia la esperanza de la que he sido testigo y en la que abrevo. Volver a elegir ser pequeño, ser humilde, ser sencillo… aunque cueste enormidades de a ratos.

Los días anteriores a dar el paso fueron en verdad vertiginosos. El vértigo, esa sensación de caída inevitable en un vacío que parece devorarte, ocupaba el estómago y la cabeza. Sólo desde la fe puede saberse que hay brazos esperando a recibirte. Pero luego de saltar el vértigo sigue estando, porque uno entiende que de pronto hay mucho por construir y se descubre, al mismo tiempo, con tan poca herramienta concreta para hacerlo, que se aflojan las rodillas. Sin embargo, cuando esa sensación de caída al vacío que empuja las vísceras hacia arriba se pasa, uno descubre que tiene ya una mirada nueva sobre la realidad en la que ha caído. Que el punto de vista (que sabemos bien que construye el objeto) ha cambiado y que la pequeñez, sin que nos diéramos cuenta, se nos ha encarnado un poco en el pecho. Entonces, sólo entonces, se entienden las palabras que otros han dicho con vehemencia: ¡Ánimo, que la esperanza no defrauda!

¿Y ahora? A construir. ¿Cómo? Ni idea. Dios dirá. ¿Con quien? Con vos, si querés.

2 comentarios:

  1. ¿Me enseñás a volver a saltar? O sino podrías ser como mi viejo, que me enseño a nada tirandome a la pileta...

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  2. Son muchas las oportunidades en la vida en la que uno salta al vacío y todo el futuro imaginado cambia. Me alegra ver que el salto no te ha quitado la fuerza del servicio!!
    abrazooo

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