domingo, 18 de abril de 2010

PREGUNTAS SINCERAS


Si hay un llamado tiene que haber una escucha y para que haya una escucha se necesitan serias condiciones.

Comparto un fragmento de una carta que trata sobre el silencio que debe acompañar a toda pregunta, la pregunta a la que sigue el llamado.

“Lo siento. Sé que este silencio es algo inoportuno y (¿por qué no?) indignante, porque los silencios a distancia son feroces. Alguien dijo alguna vez que no se puede mirar suficientemente a un abismo sin que el abismo acabe mirando dentro de uno. Este silencio a la distancia es poco menos que un abismo, sobre todo porque parece vacío. Pero vos sabés bien que en el fondo de cada abismo se oculta un suelo firme, prolijo y sediento; en el hueco de cada soledad se oculta una súplica de compañía y en los silencios entre quienes se conocen y se quieren se ocultan unos ojos y unos brazos cargados de las más hondas palabras.

Si en estos días estuviésemos juntos (físicamente cercanos, quiero decir), sin mares que trazasen distancias, ni estaciones que fuesen inversas, ni lunas que se viesen dadas vuelta; seguramente estaríamos juntos pero en silencio, al menos de mi parte. Un silencio como este, cargado de reflexiones y de meditabundas miradas. Este silencio no se debe (como algunos anteriores), a la abrumadora acción de las obligaciones de la vida, ni al ritmo repentino de arrebatos de rutina. Se debe, antes bien, a un estado del alma. Y aunque hay quienes no creen mucho en almas ni en un Dios que las ama, sabés bien que yo sí creo. Mi alma, pues, está envuelta en un silencio parecido a este que se tiende entre nosotros. Por eso digo que aunque estuviésemos juntos yo estaría en silencio, porque la que se ha callado es mi alma. No vayas a equivocarte, no está en silencio por tristeza, por indiferencia o por mera soledad. Creo que es todo lo contrario. El alma está callada porque ha hecho una pregunta sincera, y la condición primera para que una pregunta sea sincera es, como bien sabés, que espere una respuesta: con esperanza, con confianza, con paciencia… y para escuchar esa respuesta necesita del silencio.

[...] Gracias por la comprensión, si es que existe; o por la prudencia y la aceptación, si es que la comprensión falla.”

Hay que animarse a hacer preguntas sinceras.
Hay que animarse a dar con las respuestas.
Hay que animarse a descubrir que la felicidad viene, muchas veces, a contramano...



A CONTRAMANO

A contramano viene el Reino.
A contramano va el amor.
A contramano de mí mismo
voy.
P. Casaldàliga

1 comentario:

  1. Creo haber leído esto antes, quizá un jueves, 29 de marzo de 2007. Sin embargo, no sabía que aquella "carta" sí que era el principio de todos los silencios. Tan preciosa tu literatura y tan triste su ausencia.
    Ya sabes quién soy, porque si tú no lo sabes, entonces yo tampoco.

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