domingo, 21 de febrero de 2010

SARNA CON GUSTO


¡Vamos!, no nos engañemos, que la sarna pica igual sea con o sin gusto. Lo que pasa es que cuando es con gusto nos aguantamos tener que rascarnos y no podemos poner el grito en el cielo. Pero que pica, pica.

Muchas veces hacemos opciones en la vida, opciones que tienen (me enetenderán los economistas) su coste de oportunidad. Opciones que implican renuncia. Todo "sí" encierra multitud de "no". Opciones que no se hacen fáciles muchas veces. Opciones que de a ratos cuesta volver a elegir: no tanto porque el corazón desconozca lo optado como porque tira también para otros lados. Porque de a ratos —a veces más esporádicos y a veces menos— el corazón se nos divide y nos tira para todos lados.

Hay que apañarse para no perder la cordura y entender que las nubes tienen que cruzar el cielo y que hay que aferrarse a esa única baldosa firme que permite mantenerse en pie. Poner el corazón allí donde se ha entregado y dejarlo ir, lento y a su tiempo, hacia el impulso que así como lo empuja, lo atrae.

A veces con más facilidad y otras con más esfuerzo hay que reelegir esa paz que es tan libre como armada. No porque haya que hacerlo, sino porque uno acaba reconociendo, aprendiendo, aceptando y entendiendo que el alma tira para el lugar que tira, aunque a veces el corazón se divida.

A aquellos a quienes alguna vez se les haya dividido el corazón, les regalo esta canción, que habla de quien tiene el sentimiento un poquito en dos sitios. Pero que se aplica también a diversidad de situaciones de la vida. Se las dedico a aquellos que han comprobado y comprendido que la sarna con gusto sí pica, pero que vale la pena rascarse...


Canción Para Carito (Antonio Tarragó Ros - León Gieco)

Sentado solo en un banco en la ciudad,
con tu mirada recordando el Litoral:
Tu suerte quiso estar partida,
mitad verdad, mitad mentira,
como esperanza de los pobres prometida.

Andando solo bajo la llovizna gris,
fingiendo duro que tu vida fue de aquí.
¿Por qué cambiaste un mar de gente
por dónde gobierna la flor?
Mirá que el río nunca regaló el color.

Carito, suelta tu pena:
se hará diamante tu lagrima
entre mis cuerdas.
Carito suelta tu piedra
para volar como el zorzal
en primavera.

En Buenos Aires los zapatos son modernos
pero no lucen como en la plaza de un pueblo.
Dejá que tu luz chiquitita
hable en secreto a la canción,
para que te acaricie un poco más el sol.

Cualquier semilla cuando es planta quiere ver
la misma estrella de aquel atardecer,
que la salvó del pico agudo
refugiándola al oscuro
de la gaviota arrasadora de los surcos.

Carito yo soy tu amigo,
me ofrezco árbol para tu nido.
Carito suelta tu canto
que el abanico en mi acordeón
lo está esperando.



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Y sólo porque hace mucho que no posteo nada y porque pasará un buen rato hasta que pueda hacerlo de vuelta, dejo una canción de Meana, que toca en lo hondo. La compartía hace unos días con mis hermanitos... y expresa bien la situación actual, el paso que vamos dando. Por eso la comparto con quien lea, porque partir a veces puede hacerse duro, pero la motivación está clara, la mirada sigue puesta en Jesús.


Partir (Eduardo Meana)

Solamente por tu amor.
Solamente porque Vos,
desatándome los lazos del pasado,
me llamás... allá voy.

Nada más que con mi amor.
Nada más que mi temblor.
Liberándome del peso de mi viaje,
hacia Vos, mi Señor.

Me duele dejar este amado jardín:
Es mi propia sangre la savia que di.
Pero es tuya mi tierra, mi sangre, y mi amor...
Todo tuyo, yo soy.

Por el lago verte andar
y largarme a caminar
No tener miedo de hundirme
si tu mano, otra vez, estará.

Flechas en mi corazón
rectas vuelan hacia Vos.
Me levantan y conducen por el viento
más allá de este sol.

No quiero ser sólo una estatua de sal.
Te quiero y no pienso mirar hacia atrás,
Y te sigo con toda mi alma y mi amor...
Siempre tuyo, yo soy.

En secreto guardarás
mis ocultas lágrimas
por aquellos que me diste
para amarme... y que en Ti quedarán.

Vendo todo por comprar
ésta, tu perla sin par.
Y desnudo, y despojado de mi mismo,
rico en Vos... me echo a andar.

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